domingo, 24 de diciembre de 2017

Microcuento de Navidad

Fuente: Mentxu Ramilo Araujo
Silvio paseaba por las calles de su ciudad. El frío y el aire gélido se colaban por sus ropas. Los días de fin de año siempre le invitaban a hacer balance y a recordar lo vivido: las personas que habían llegado a su vida, las que se había ido de ella… las que estaban pero era como si no estuvieran…

Le entristecía ver por las calles gentes sin casa habiendoen la ciudad tantas casas sin gente. Le entristecía ver las calles tan iluminadas derrochando energía y contaminando el ambiente. No podía creer cómo la gente era capaz de gastar tanto dinero en regalos y productos innecesarios mientras tanta gente lo pasaba mal durante todo el año para sobrevivir con dignidad.

Y pensaba que era muy afortunado por haber nacido en una familia con recursos, en un entorno favorable donde tenía todo lo que necesitaba y podía dedicarse a sus pasiones: la música, la escritura, la ciencia, la astronomía, la naturaleza…

Se llamaba Silvio porque su madre y su padre se conocieron en una fiesta mientras sonaba “Canción de Navidad” de Silvio Rodríguez. Pero Silvio era consciente que la infancia de su tocayo, en condiciones de pobreza, poco tuvo que ver con la suya, rodeado de atenciones y abundancia. Aunque se preguntaba si quizás Rodríguez no habría tenido más cariño, besos, abrazos, tiempo con su familia.

La familia de Silvio estaba muy ocupada trabajando para tener más dinero, para comprar más cosas, para aspirar a ser más felices… pero no tiempo para estar con él. A Silvio le cuidaba Alma, quien le escuchaba, le acompañaba, le enseñaba a soñar y a construir su vida conociendo sus fortalezas, debilidades, emociones y límites.

Silvio rompió con esa correlación “tanto tienes, tanto vales”. Quizás se lo podía permitir... Deseaba que cada día de su vida mereciera la alegría ser vivida. Pensaba que el tiempo de su vida era demasiado valioso para perderlo en actividades que no llenasen su alma, eso se lo escuchaba decir a Alma. El tiempo, su tiempo, es vida. Lo de “el tiempo es oro” (a parte de un programa de televisión de la era pre-Internet en el que concursantes encontraban las respuestas en enciclopedias), es una de tantas falsas creencias que nos intentan colar una y otra vez.

Llegó a su parque favorito de la ciudad donde la iluminación es mínima y es posible contemplar el firmamento. Le relajaba mirar al cielo, ver las estrellas y la luna. Mientras respiraba profundamente, cerró los ojos y deseó con toda su esencia conectarse con todas las personas y seres del universo que aspiramos a vivir en paz, armonía y justicia social… por FIN!

"La sabiduría, es el arte de vivir"
"Para vivir y ser lo que queramos ser, necesitamos libertad de pensamiento
(José Luis Sampedro)

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