jueves, 13 de febrero de 2014

Miradas diversas para comprender problemas complejos

Desde hace un tiempo participo en el espacio de reflexión colaborativo DoceMiradas. Creo que este proyecto con miradas variadas, es ideal para plantear una aproximación a cualquier tema desde múltiples enfoques, aportando diversos matices y enriqueciendo el debate y la búsqueda de alternativas. 

Y es que, vivimos en un mundo complejo, con problemas complejos, donde no existen verdades ni soluciones mágicas. Hoy más que nunca son necesarios marcos de regulación y reglas del juego compartidas, consensuadas, pero también, flexibles y abiertas, que nos permitan a las personas, hombres y mujeres, ejercer nuestras libertades, derechos, obligaciones y responsabilidades para decidir qué queremos y cómo queremos vivir vidas que merezcan la pena ser vividas

En este contexto “complejo” es difícil gestionar los problemas económicos, sociales, educativos, sanitarios, etc. en un entorno de crisis o agotamiento de modelos tradicionales de desarrollo y de toma de decisiones. Y las opciones del gobierno del Partido Popular son neoliberales, conservadoras y orientadas a privatizar los bienes comunes (no es nada nuevo y es legítima su actuación porque siguen coherentemente su ideología, y millones de personas en este país le dieron su voto). 

A una lógica neoliberal y privatizadora no le interesa potenciar el papel de las instituciones públicas en el desarrollo de políticas públicas y servicios públicos (ese discurso tan conocido de que "lo público no es eficaz/eficiente"). Por eso los recortes en financiación de la sanidad, educación, investigación, prestaciones sociales, etc.; la merma de derechos laborales, de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y vidas; y el apoyo a lobbies económicos, energéticos o religiosos son, a grandes rasgos, y de una manera muy simplificada, las maneras de gestionar los recursos comunes de las personas del Partido Popular que toman decisiones en este país. 

La propuesta de Ley de Gallardón [Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada] es un retroceso en libertades y en garantías para las mujeres. Esta ley busca contentar a actores ideológicos (jerarquía eclesiástica, personas conservadoras, reaccionarias, patriarcales y machistas); y su diseño ha seguido un proceso oscurantista y nada transparente, sin tener en cuenta a las diversas y plurales voces y miradas que vivimos en la sociedad. 

La Ley de Gallardón dice que pretende proteger al concebido (nasciturus) y proteger los derechos de la mujer embarazada, pero se recortan las políticas públicas y los derechos sociales. Y habría que reforzar (y mucho) los programas de anticoncepción, educación afectivo-sexual, mejorar la red de escuelas infantiles, ampliar los permisos de paternidad y maternidad (PPiiNA), mejorar la atención a las personas en situación de dependencia, poner en valor (la economía de) los cuidados a las personas… para garantizar lo que supuestamente pretende esta Ley.

Las mujeres seguirán abortando, aunque exista una Ley restrictiva que lo penalice. Las mujeres de familias con recursos y conservadoras lo harán en otros países y en clínicas privadas. Y las mujeres sin recursos, con medios que pondrán en juego sus vidas. 

(¡¡Aún!!) Hoy en día, para muchas miradas masculinas y desde los medios de comunicación, empresas de publicidad y de consumo, las mujeres seguimos siendo objetos. Mientras las mujeres no seamos conscientes de nuestros derechos y de lo que otras mujeres han logrado (derecho a votar, a decidir sobre nuestro cuerpo, tener trabajo, estudios, independencia, participar en la vida política y pública, etc.) el recorte de derechos y libertades de las mujeres supondrá el regreso al mundo de lo privado, invisibilizado y alienado de los espacios de toma de decisiones.

Creo que la cortina de humo de la Ley Gallardón puede servir para varias excusas: la primera, para desviar la atención sobre temas importantes en los que su gobierno está tomando decisiones que nos afectarán mucho, y a diario en nuestras vidas (modelo energético, educativo, sanitario, relaciones laborales, etc). 

Y la segunda, y más importante "excusa" o, mejor dicho, ventana de oportunidad: para que muchas mujeres nos paremos a reflexionar (individual y colectivamente) sobre qué papel queremos desempeñar en nuestras vidas (lideresas activas, gestoras, administradoras, apagafuegos, sumisas pasivas, NS/NC), informándonos, reflexionando, compartiendo nuestros puntos de vista, enriqueciéndonos con otras miradas y actuando de la manera en la que nos encontremos cómodas para defender los derechos, libertades (y también deberes), que como mujeres y ciudadanas reivindicamos en el espacio público participando en asambleas, manifestaciones, perfomances, firmando manifiestos o recogidas de firmas (Avaaz, Change); y, también, en nuestro ámbito privado. 
La mujer decide, 
la sociedad respeta, 
el Estado garantiza, 
y la Iglesia no interviene.
Este contexto que plantea Eduardo García Langarica en su artículo de El Diario Norte y otras muchas personas en sus reflexiones, es el deseable, ya que supone vivir en una sociedad democrática e igualitaria. Pero si aún extraña este enunciado, es porque seguimos viviendo en una sociedad patriarcal donde se impone a las mujeres restricciones (en el ámbito privado y público), y se limita su desarrollo en condiciones de igualdad real. Así que, ¡¡queda mucho por reivindicar, visibilizar, valorar, equilibrar!! Y mucho mejor si lo hacemos desde múltiples y enriquecedoras miradas. Porque cada persona, es única y tiene sus razones y sus motivos.