viernes, 30 de abril de 2004

Leo en la prensa que "El Consejo de Ministros ha decidido dejar en suspenso las medidas de la Ley de Calidad (LOCE) que no habían entrado en vigor. Así, quedarán sin efecto los itinerarios para 3º y 4º de la ESO y se eliminará la reválida, siendo necesaria una única prueba para acceder a la universidad. La asignatura de religión será voluntaria y no evaluable, pero deberá estar disponible en todos los centros".

Unas y otras reformas, formuladas sin el suficiente consenso, no solo entre los representantes políticos, sino también contando con el profesorado, los padres y el alumnado, han hecho que a lo largo de estos últimos años se hayan aprobado leyes y reformas poco creibles y eficaces para mejorar la enseñanza.

Ayer oía por la radio que en este país, se prefiere invertir ingentes cantidades de dinero en construir una obra emblemática, en lugar de invertir recursos para permitir que los alumnos desde edades tempranas reciban una educación bilingüe o trilingüe (según los casos). Las opciones políticas que nuestros representantes toman son legítimas, en la medida en que estos fueron elegidos para tratar de hacer políticas públicas que den respuestas a las necesidades sociales. Pero vemos, descaradamente, como prima el “corto_placismo & dinero fácil” y la especulación (para algun@s) frente a una visión de largo plazo fundamentada en la formación, la investigación, la capacitación de una ciudadanía responsable, cívica y crítica que participe de forma más activa en el debate público.

"Educación en valores", dicen. Pero, ¿en qué valores? Porque los que hoy en día están más a la vista vuelven a ser los del “dinero fácil” (jugando al fútbol, participando en no sé qué programa televisivo –por motivos varios: desde cantar bien a decir que te has acostado con no sé quién- y vendiendo exclusivas). En fin, supongo que no son estos los valores a transmitir, ni los valores que tratamos de mantener en nuestra escala de principios. Pero la solidaridad, humanidad, coherencia, empatía o el sentido común (por poner solo algunos) parecen ser principios y valores en peligro de extinción.

Me parece de gran importancia las valoraciones que realizan varios autores en un artículo en El País. Consideran que: "ahora que queda en suspenso la Ley de Calidad de la Educación, conviene recordar que a la educación, a la escuela, como a la mayoría de las cosas importantes, no le basta con una ley. No la resuelven decretos, programaciones ni competencias. Cada uno de esos trámites legislativos no debiera ser nunca el inicio, sino la apuesta por un proyecto con el que los adultos de un tiempo histórico se comprometen para hacer posible un futuro mejor".

Dicen además que "para hablar de educación, antes de mirar hacia las programaciones, religión sí o no, itinerarios o reválidas, los niños merecen que los adultos nos paremos a pensar qué proyecto de mundo tenemos y con qué actitudes y compromisos estamos dispuestos a protagonizarlo. No hay proyecto educativo que triunfe sin unos adultos con los que niños y adolescentes aprendan a arriesgar, a buscar, imaginar, a comprometerse al verles en los respectivos papeles que desempeñan socialmente (...)".

Monográfico de El País sobre la Reforma Educativa
Humor de Forges para un tema tan serio.

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